PIB de Chile pierde US$ 1.600 millones en los últimos dos años por mayor costo de energía eléctrica
Cálculo de académicos de la Universidad Alberto Hurtado también aborda el impacto del alza en precio del petróleo -insumo relevante para la energía- y ahí el monto perdido por la economía se eleva a US$ 2.600 millones.
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Nadie podría negar que la economía chilena ha gozado de buena salud durante los tres últimos años. Con una expansión de la actividad de 5,8% promedio en dicho período, el Producto Interno Bruto (PIB) local se empinaba por sobre los US$ 250.000 millones al cierre de 2012.
Sin embargo, este saldo positivo se ha visto golpeado por una de las amenazas más conocidas y reclamadas por los privados: el precio de la energía. Todos los sectores, unos con mayor fuerza que otros, han sentido su efecto en los procesos productivos, llegando a significar en algunos casos hasta el 50% de sus costos.
“La economía chilena ha estado sujeta a severos aumentos de precios en el sector energético, los que si bien han sido de distinta naturaleza, en conjunto podrían estar operando como importantes shocks negativos. Esta presunción hace interesante y necesario cuantificar los impactos de cambios en los precios de la energía sobre el desempeño económico o ciclo económico en los últimos años”, explican los académicos de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado, Carlos García y Fernando Fuente.
A petición de Diario Financiero, ambos expertos calcularon en dinero el efecto que tiene el costo de la energía sobre el PIB y sus conclusiones son preocupantes. “Nuestras mediciones indican que el aumento promedio real del precio de la energía eléctrica a clientes libres del SIC fue de aproximadamente 15% entre 2006-2010 comparado con 2011- 2012 (incluido los primeros meses del 2013). Este porcentaje en términos de pérdida de PIB, correspondió a
US$ 1.600 millones”, concluyen.
Y no sólo eso. Desde su perspectiva, este análisis también debe incorporar el impacto del precio del petróleo -por ser insumo relevante para la energía- sobre la actividad económica. “El WTI tuvo un aumento real en pesos en ese período de aproximadamente de 4%, que en términos del PIB corresponde a US$ 1.000 millones menos”, agregan. Así las cosas, en total son
US$ 2.600 millones que se restaron a la economía por este concepto.
“Esta no es una cifra menor si consideramos que corresponde al 1% del PIB en dólares del 2012 y que, por ejemplo, el presupuesto total de educación del gobierno de Chile es de 4% PIB”, agregan.
La cadena de contagio
Si bien el gerente de estudios de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), Javier Hurtado, explica que el efecto del costo de la energía en su actividad es escaso, el impacto se ve en parte de los insumos, tales como cemento, cerámica o plásticos. Además, recalca que como la falta de proyectos energéticos ha retrasado las decisiones de inversión del sector minero, el sector sufre las consecuencias porque aproximadamente el 20% de la construcción es en minería.
Respecto a este último sector, Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero, detalla que el costo de la energía eléctrica proyectada para Chile es el más alto de los países mineros, sólo superado por el Congo. Agrega que un estudio efectuado por la consultora McKinsey y encargado por la entidad demuestra que “para los proyectos de cobre de ley baja y escala media, que representan los mayores incrementos potenciales de producción minera para los próximos años, los costos por consumo de electricidad son 67% mayores en Chile que el promedio de Perú, México y Argentina, y explican el 16% de los costos operacionales de los proyectos mineros en Chile”.
Y no sólo esto. Villarino explica que si se suman los costos correspondientes a consumo eléctrico para desalinización e impulsión de agua a faenas, el peso de la electricidad en los costos se acerca a niveles de 20%. “Esta realidad de precios de la electricidad afecta la competitividad del país en general y de la industria minera en particular, poniendo en riesgo la concreción de inversiones necesarias para el desarrollo de Chile”, concluye.
En tanto, Héctor Bacigalupo, gerente general Sonapesca, revela que para la industria pesquera el alza en el costo energético ha sido relevante, pues tiene directa influencia en la extracción de recursos y su procesamiento. “Entre 2010 y 2012 el costo se ha duplicado. Este incremento impacta a las empresas, restándoles competitividad y, además, se produce en el momento en que las capturas han disminuido casi un 40%”, advierte.
Finalmente, Ema Budinich, gerente del Departamento de Estudios de la SNA, sostiene que en los últimos siete años las tarifas eléctricas en las zonas agrícolas han crecido en 28% en pesos. No obstante, agrega, como se trata de sectores exportadores cuyos ingresos son dólares y el tipo de cambio ha caído, el alza real para el sector exportador ha sido de un 36%. Además, explica que a estas alzas de tarifas hay que agregarle el efecto de la incorporación del mes de abril al “período de invierno” afecto a tarifas de hora punta.
“Si el país no logra resolver los problemas de su matriz energética (intensiva en energía cara y contaminante), y el entrabamiento de los proyectos que requiere el crecimiento económico del país, estos costos serán crecientes y castigarán aún más la competitividad de la agricultura, con efectos negativos sobre el desarrollo del sector”.
Desde 2007, en los Informes de Política Monetaria emitidos por el Banco Central, el organismo ha avisado de los efectos del incremento en los precios de la energía que se estaban observando en el país. Ya en enero de ese año, la entidad rectora se mostró preocupada por "los diversos canales por los cuales un mayor costo de la energía podría afectar la actividad económica". Por un lado, en el caso de que la demanda por energía fuese relativamente inelástica y, por otro, en el caso de que las firmas utilizasen la energía como un insumo productivo.
En septiembre, de nuevo, insistió en el contexto del sector al informar de que esperaban nuevos aumentos de la tarifa eléctrica en lo restante del año, que se asociaban a la revisión habitual de los precios nudo en octubre y a posibles subidas adicionales a los mecanismos de indexación de estas. Y afirmó que dicho aumento en el costo marginal de la generación eléctrica también tendría impacto en el costo de energía de aquellas empresas que eran clientes libres de las generadoras, lo que podría incidir en mayores costos de producción, generando una compresión de márgenes y posibles presiones inflacionarias.
En septiembre de 2008, las subidas del precio del petróleo y los efectos del costo de la energía en la inflación junto con la continuación de esta tendencia fueron los síntomas que alarmaron.
En tanto, hace casi cuatro años, en la edición de diciembre de 2009, el Central hizo hincapié en los efectos de las alzas sobre la productividad total de los factores y en la medición del crecimiento tendencial de la economía. Mientras, en el informe de marzo de 2012 se advirtió de un escenario base en el que el precio del petróleo se mantendría elevado durante dos años y en el que posibles tensiones geopolíticas en Oriente Medio podrían desencadenar en alzas significativas en el precio del crudo, influyendo en el costo de la generación eléctrica y en la actividad e inflación pronosticadas por el organismo.